jueves, 13 de agosto de 2015

Arturo Barea: La forja de un rebelde. LA LLAMA.

...Nuestra guerra había sido provocada por un grupo de generales que, a su vez, estaban siendo manejados por los sectores de las derechas españolas más fanáticamente determinados a luchar contra cualquier desarrollo del país, que fuera una amenaza para su casta.
....España, su pueblo y su Gobierno....eran el objeto de un experimento en el cual los países partidarios de un fascismo internacional y los países partidarios de socialismo o comunismo tomaban parte activa, mientras los demás países nos contemplaban como espectadores...sus clases dirigentes se inclinaban al lado del fascismo internacional;
...algunos grupos tenían la esperanza de que España provocaría la guerra entre Alemania y Rusia...
...las clases directoras de Europa esperaban mantenerse como dueñas de la situación después de una derrota del comunismo y una debilitación del fascismo....su papel era proteger al fascismo contra el peligro de perder su guerra definitivamente en España, porque el fascismo era para ellos un mal menor, o mejor aún, un beneficio en potencia....

https://es.wikipedia.org/wiki/Arturo_Barea

miércoles, 5 de agosto de 2015


NO HAY ALTERNATIVA, OTRO CAPITALISMO ES IMPOSIBLE ¡!!

 

Podemos o la falacia del muñeco de paja

 



 

 

De espantapájaros y hombres

Existe una falacia muy útil para falsear los debates políticos: crear un muñeco de paja fácil de golpear. El método es fácil: se coge la versión más simple y reduccionista de las ideas del otro, atribuyéndole posicionamientos ridículos que nadie serio podría apoyar. Pues bien, esa es la falacia que viene empleando sistemáticamente Pablo Iglesias contra las posiciones revolucionarias, hasta el punto de originar en el “sentido común” de su militancia una poderosa imagen: la de ese grotesco “comunista” incapaz de comprender la “nueva política”, interpretado por el humorista Facu Díaz para La Tuerka. Pero eso no es todo, pues, con él, el grueso de sus seguidores se han sumado a este método, al parecer infalible.

Tal es la casuística argumental que se repite constantemente. Afortunadamente, por nuestra parte nadie podrá decirnos en vivo que “no estamos en las luchas”, que estamos “aislados de la gente”, que somos “ciber-militantes” u otros argumentos-comodín de similar estilo. En nuestra localidad todo el mundo conoce cuál es nuestro papel en la generación de auto-organización tanto a nivel barrial, como a nivel de centro de trabajo, como a nivel de organización política. Sin embargo, internet se convierte en el último “reducto galo” de quienes prefieren enfrentar los argumentos políticos con calumnias, personalizaciones e insidias.

A juzgar por lo que -bien adoctrinados por su líder- muchos vierten allí cada día, no había ningún comunista en las plazas del 15 M, ni en las carreteras del 22 M. Y, por lo visto, tampoco ha habido comunistas parando desahucios, ni organizando piquetes de huelga, ni impulsando la resistencia estudiantil al Plan Bolonia, ni plantando cara a la represión policial. No: los comunistas estaban todos escribiendo “frikadas” por internet o peleándose sobre si a Stalin le quedaba mejor el bigote largo o corto. Muy antisociales ellos, solo les interesaba el folklore soviético y no había manera de verles el pelo en las luchas reales del pueblo. Eso sí que es “crear un relato”, como diría Íñigo Errejón.

Pero la realidad es que la “línea de masas” no se la inventó Pablo Iglesias, sino que ha sido siempre la táctica del movimiento comunista al menos desde las Tesis de abril, si no antes. La realidad es que los comunistas, y destacadamente los que no pasaron por el aro de la Transición, han tenido un papel clave en cada una de estas luchas. La realidad es que, de hecho, han sido la fracción más decidida, la que empujaba hacia adelante. ¿Quién que las haya vivido puede negarlo?

Aquí intentaremos, en consecuencia, no caer en lo que estamos criticando. Hasta en eso, en el estilo de debate, seremos diferentes a ellos. No caricaturizaremos las posiciones de Podemos. No tomaremos su versión más simple o las barbaridades de fanáticos amparados en el ciber-anonimato. Analizaremos sus posicionamientos con rigor y explicaremos por qué no los compartimos. Comencemos.

Una metamorfosis kafkiana

En primer lugar, ya nadie puede negar la transformación de Podemos. Ni siquiera nosotros, que, en realidad, rechazamos el proyecto desde un principio. No era difícil adivinar que, detrás de tanto discurso “incendiario”, la realidad organizativa del movimiento era mucho menos transformadora que sus frases. No había más que observar la “supremacia universitaria” en sus órganos, es decir, la realidad de clase en la que se gestaba el partido. Como tampoco era difícil adivinar, en otras latitudes, que Syriza no cumpliría ni siquiera una parte de su programa. Con una diferencia: Syriza ha decidido sacrificar su programa tras ganar las elecciones; Podemos, más astuto, ha decidido sacrificarlo antes.

Así, muchos ahora se lamentan por su ingenuidad y sienten melancolía al recordar que Podemos defendió en su programa para las elecciones europeas la auditoría de la deuda, la nacionalización del sector eléctrico y la banca, la renta básica universal, la prohibición del despido en empresas con beneficios, la jubilación a los 60 años, el cierre de los colegios concertados y de las ETT´s, etc. Todo esto ha ido desapareciendo del programa político de Podemos a medida que lo dictaban las encuestas del CIS.

Hace solo unos días, en sonadas declaraciones, Pablo Iglesias reducía el papel de Podemos a ejercer influencia sobre el PSOE, acometer una reforma fiscal y, a lo sumo, frenar el proceso de privatización de la sanidad y la educación. ¿Dónde quedó el “sí se puede”? ¿Realmente es esto tan diferente de lo que propone Pedro Sánchez? ¿Tanto como para que la gente vote a la copia en lugar de al original? ¿Y si al final Pedro Sánchez solo ha copiado a Podemos en sus camisas, pero en la político la cosa está siendo justo al revés?

Como han venido defendiendo los editoriales de la revista de Red Roja, si ya fue ridículo separar al sistema económico de la “casta”, más ridículo aún está siendo el intento de separar a la “casta” del PSOE. Así, si inicialmente no se defendía ningún pacto con el PSOE y, más tarde, solo se defendían pactos si se firmaban “bajo la hegemonía” de Podemos, finalmente se están suscribiendo pactos aun en minoría y en todas partes. La lógica bipartidista que hundió a IU (resucitar al PSOE haciendo frente común con él contra el PP) tenía que acabar por imponerse en medio de tanto pensamiento débil y políticamente correcto.

Del “exprópiese” latinoamericano al “grávese” noreuropeo

El miedo atenaza a un Iglesias que ha hecho más promesas de las que podría cumplir y al que, por supuesto, le conviene más quedar segundo que primero. Y más tras lo sucedido en Grecia. Pero incluso ya antes de eso el “gran hermano” de Podemos afirmaba, en “El otro estado de la nación”, que “necesitamos a los ricos”. Es la crónica de un cambio de paradigma anunciado. Por lo visto, necesitamos a los ricos; pero, eso sí, “pidámosles responsabilidad”.

No sorprende que los referentes ya no sean los “exprópiese” de una Venezuela que, no por casualidad, ya ni siquiera se defiende frente a graves agresiones del imperialismo. Sino más bien esa socialdemocracia europea que se las ha apañado para crear una “aristocracia obrera” sin expropiar a los capitalistas. ¿Cómo? “Necesitando a los ricos” a los que se les subían los impuestos.

Mejor no pararse mucho a pensar en por qué los “ricos” venezolanos no han estado tan “colaboradores” y dispuestos a ceder “responsablemente” ese dinero gravado como los del norte de Europa. Y mejor no pararse a pensar en por qué el chavismo se llevó “bastante” peor con el poder imperialista que los gobiernos del norte de Europa. ¿Quizá porque los europeos obtenían beneficios inmensos explotando la mano de obra mal pagada y sin derechos del llamado Tercer Mundo? Mejor entonces no pensar en la complicidad que supone pasar del “exprópiese” venezolano al “grávese” noreuropeo; ni pensar en que necesitamos no necesitar a los ricos para seguir siendo internacionalistas.

Por si fuera poco, ahora Iglesias, al más puro estilo de Carrillo amenazando con una guerra en la Transición, parece querernos decir que fuera de la UE solo hay fascismo, barbarie y guerra mundial. Quién le ha visto y quién le ve. Por cierto, donde dije salida de la OTAN digo que nuestro círculo de las fuerzas armadas tiene gente a favor y gente en contra de la salida. ¿Si no nos ponemos de acuerdo, no hay cambio y, de entrada, seguimos dentro?

Austeridad o salida del euro: esa es la cuestión

La crítica sin concesiones -lo sabía Marx- es necesaria. Pero también lo es hacer propuestas alternativas. Lo que venimos proponiendo desde hace años podría resumirse así: es imposible no aplicar políticas de austeridad pagando miles de millones de euro cada año en concepto de deuda externa. Por lo que se impone romper con el Reich de la UE y el euro para no tener que pagarla y no verse forzado a suscribir nuevos créditos. Para lo cual es imprescindible nacionalizar la banca, evitando la fuga de capitales que ello acarrearía.

Sin repudiar una ilegítima deuda que ha pasado del 60 al 100% del PIB durante la crisis, sin romper con la UE y el euro, sin expropiar la banca privada solo hay un camino: la austeridad. Y por si no fuera suficiente la lógica, el puro empirismo lo exclama también a gritos, tras la claudicación del gobierno griego de “izquierda radical”. Claudicación tras la cual Podemos actúa como si el objetivo fuera “explicar” sesudamente las condiciones (en este caso, la pertenencia a la UE y el euro) que forzaron tan “comprensible” claudicación, en lugar de... cambiar dichas condiciones. Qué lejos queda para algunos la última tesis sobre Feuerbach.

No estamos diciendo, como se ha sugerido falazmente, que explicar a la población que las alternativas son solo dos -o ajuste neoliberal completo, o romper con la UE y el euro- sea fácil. Obviamente que algo sea necesario no significa que sea fácil. Lo que estamos diciendo es que, una vez asumido que romper con las instituciones europeas es una condición sine qua non para no verse obligado a ejecutar políticas de austeridad, entonces el único debate procedente es el relativo a cómo vamos a crear conciencia de dicha condición entre las masas populares.

Nos dirán, por supuesto (y como si tuviera una gran importancia), que Iglesias sabe perfectamente que dentro del euro no hay alternativa a la austeridad. Pero entonces solo quedan dos opciones: o piensa aplicar austeridad si gobierna algún día, o piensa romper con el euro. En ambos casos estaría engañando a la población. Vayamos al segundo caso: ¿piensa romper con el euro, aunque diga lo contrario? ¿Es ética esa forma de hacer política? No importa. Seamos pragmáticos y aceptemos por un momento como válido semejante proceder.

Supongamos pues que, en un alarde de electoralismo, subordinando todo al cómputo de votos (como cuando se saca una papeleta electoral con la carita de Pablo Iglesias) y haciendo abstracción de que, a medio-largo plazo, toda concesión de este tipo engendra serios problemas, Pablo Iglesias decide ocultarle a la población su plan para salir del euro. ¡Todo vale para ganar! ¡No seamos rehenes de las “formas democráticas”! Y supongamos ahora que Iglesias llega a presidente. ¿Cómo comunicará entonces a su pueblo que, tras años prometiendo seguir en el euro, va a hacer justo lo contrario? ¿Cómo mentalizar y preparar al pueblo para una ruptura tan dura como esa, sin hacer la menor propaganda concienciadora previa en ese sentido? Pero, ¿alguien se cree realmente que llegaremos siquiera a ese caso? ¿No fue decapitado Varoufakis, presuntamente por un mero conato en esa dirección? ¿No declaró Iglesias tras su decapitación -y tras pisotear la voluntad popular expresada en referendum- que apoyaba el proceder del gobierno griego?

Los cimientos del edificio

Observamos, por otra parte, a las gentes de IU muy desanimadas. Miraban con preocupación barómetros, encuestas y pronósticos, calculadora en mano, pensando a cuál de sus líneas políticas debían renunciar para sumar más votos o para lograr alguna cartera en un eventual gobierno podémico. Las direcciones no querían ni oír hablar de coalicionarse en minoría y perder sus posiciones conquistadas; las bases dudaban entre enarbolar “el color morado” de la bandera republicana como arma arrojadiza para despreciar a Podemos o exigirle a su dirección un pacto “para ganar las elecciones”. Por último, renunciando a casi todo, se han sacado de la manga “Ahora en común”, y pese a ello el portazo de Pablo Iglesias (que, en cambio, no duda en tentar a Alberto Garzón) persiste. Un portazo a la misma IU que no hace mucho le daba de comer y que ahora, de pronto, no llega ni a “pitufo gruñón”. ¿Y el pitufo vanidoso, quién es aquí?

El caso es que unos y otros dejan en segundo plano, cuando no olvidan directamente, el lugar desde donde se generan realmente los cambios históricos. Todos ellos sacrifican el poder popular o lo convierten en un mero eslogan para arañar votos. Sin embargo, en estos días de electoralismo exacerbado debemos recordar con orgullo lo siguiente: todos las conquistas y reformas sociales han venido siempre del miedo a los revolucionarios, a sus acciones y al poder popular acumulado, y no de una repentina humanización de la burguesía frente a la ética plañidera de los reformistas, tejida en torno a conceptos abstractos como la ilusión, la dignidad o incluso los “verdaderos valores europeos”. Y nosotros que creíamos que profesores con tanto libro a sus espaldas sabrían que los valores europeos han sido siempre el colonialismo, la rapiña y la opresión.

Siga el teatro de su “unidad” televisada y por arriba. Nosotros sabemos que cifrarlo todo a lo electoral, abandonando la construcción en la calle, es un error fatal que parte, además, de una malinterpretación de la historia. Porque, como hemos dicho, fue la presión popular organizada la que forzó todas las conquistas sociales de la historia. No bastó con votar a una opción u otra. Es más: a menudo gobiernos prometedores se vieron impotentes y defraudaron a sus votantes. Y si intentaban lo contrario (no hace falta irse a Allende, teniendo tan cerca la experiencia del Frente Popular) le daban un golpe de Estado y todo terminaba deprisa, con mucha sangre y sin que el miedo “cambiara de bando”.

¿Por qué en Venezuela fue diferente y el golpe fracasó? Porque el pueblo estaba organizado, había auto-organización popular. El pueblo no olvidó a ese militar loco que se alzó en armas en 1992 para defenderlo frente al gobierno asesino de Carlos Andrés Pérez. El poder popular, la auto-organización al margen de las instituciones es la base. Sin olvidar que también hará falta que el arma de la crítica sea apoyado por... la crítica de las armas.

Juego sin tronos

No vamos a insultar a los compañeros. Hay buenos amigos dando vueltas en unos círculos concebidos, por desgracia, como mera maquinaria electoral. Y tenemos demasiados ejemplos concretos de cómo algunos ya no tienen tiempo de participar en las iniciativas que promovemos a nivel de barrio, de apoyar nuestras movilizaciones obreras en los sectores más precarizados, y no digamos ya de intervenir en actividades en torno a temáticas más elevadas como el antiimperialismo. Cada cual establecerá sus prioridades.

Algo no podía faltar, y con el primer reparto de cargos institucionales se ha iniciado ya la comedia del “transformismo político”. En estos días estamos viendo todo tipo de fenómenos paranormales. Pero la verdad está ahí fuera, cuando algún personaje anarcoide, en el pasado “rotundamente contrario” a negociar siquiera con “la institución” para reubicar a familias desahuciadas, termina aceptando cargos institucionales de los de banderita en la mesa. Fue Lenin quien dijo que del oportunismo “ultraizquierdista” al oportunismo de derecha hay solo un paso.

Nosotros seguiremos construyendo a nivel de base y esperamos en nuestras trincheras a cualquiera que, incluso estando en Podemos, se considere “diferente” a tanto profesional de la política institucional. Y señalaremos, además, que las listas electorales de una verdadera unidad popular no deberían confeccionarse a través de “castings” de intelectuales, sino desde las movilizaciones populares en curso. Es una pena, pues, tanto “consejo ciudadano” tecnocrático y universitario que no incluye a cuadros de las luchas obreras. Por no hablar de las disputas internas, donde solo presume de “horizontal” el vertical previamente derrotado, y donde unos y otros no dudan en cambiar de bando por motivos totalmente ajenos a la lucha de clases y más explicables por la ambición personal. Lástima que incluso algunas figuras históricas de luchas en las que hemos participado, incluso gente cargada de “dignas utopías” haya terminado enfangada (e incluso instrumentalizada) en ese “juego de tronos” repetido como farsa.

Así pues, todo parece indicar que quienes estamos en los barrios y en los tajos moriríamos esperando... si esperáramos. No es el caso. En cualquier casi, es justo avisar de que si el día de mañana Podemos formara gobierno, lo trataríamos como a cualquier otro gobierno y le exigiríamos que cumpla y aplique cambios cuanto menos “percibibles” en un módico plazo de tiempo. Si por desgracia no fuera así (ya se sabe, “Bruselas no nos deja margen de maniobra” y otros argumentos ya enarbolados por Zapatero o Tsipras), la izquierda extraparlamentaria promoverá manifestaciones contra el gobierno. ¿Veremos, si llegara ese día, a los del antiguo “secretariado unificado” en las manifestaciones? ¿O no serán esta vez tan exigentes como lo fueron históricamente con la URSS, Cuba, Nicaragua y etc.?

Pudimos y podremos

Dos hechos ya señalados y acaecidos en los últimos meses invitan -incluso a muchos de los que se ilusionaron con el surgimiento de Podemos- a replantearse la situación política. El primero fue la metamorfosis de Podemos desde las elecciones europeas hasta ahora, sometiéndose paulatinamente a los -como diría Juan Andrade- “castigos y premios” de los medios de comunicación, haciendo guiños constantes a esa “casta” empresarial (que, por lo visto, ya no es tan “casta”, como tampoco lo es ni siquiera el rey o la propia guardia civil con tal de sumar votos) e incluso tranquilizando al embajador de los EE UU. El segundo, el hecho de que Tsipras no dudara ni un segundo cuando la realidad política le obligó a elegir entre romper con la soga euro-alemana (jugando la carta rusa, la china u otra) o incumplir sus promesas electorales en una situación de emergencia social como pocas.

Es evidente que se ha perdido el norte. El objetivo supremo no es ganar las elecciones. El objetivo supremo es cambiar la vida de la gente. Si para ello hay que ganar las elecciones o intentarlo, se ganan o se intenta. Pero si ganar las elecciones en un contexto en que la política viene dictada de Bruselas es inútil o incluso desprestigia a la izquierda, y por tanto es necesario perder las elecciones esta vez, pero lanzando un mensaje claro de rechazo a la UE y el euro, se pierden lanzándolo. Salvo meteorito inesperado, el mundo no se acabará en 2015. Nuestra estrategia no puede ser tan corta de miras. No nos dejemos acomplejar: ¿qué ha conseguido la socialdemocracia históricamente? En lo que respecta a la transformación de la realidad, nuestro movimiento comunista es el gran maestre. Pudimos y podremos.

El tiempo demostrará muchas cosas. Dicen que Pablo Iglesias es como Felipe González. No es cierto. González tuvo el viento a favor; Iglesias lo tendrá en contra si gobierna. El inicio del gobierno de Felipe González tuvo la suerte de coincidir con el fin del franquismo y la construcción del Estado asistencial, por lo que pudo atribuirse ese mérito; Pablo Iglesias tiene la desgracia de aspirar al gobierno en una época de crisis sin igual, en la que se vería obligado a gestionar recortes... o a romper hasta las últimas consecuencias (algo que, de entrada, ya ha descartado). Una sola cosa está clara: si los mismos que firmaron la primera transición firman una segunda, los mismos que resistieron a la primera resistirán nuevamente. Porque, más allá de tergiversaciones, pretextos, muñecos de paja y gags televisivos, la alternativa actual no es entre reforma o revolución, sino entre socialismo o barbarie.

 
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=201851

 
Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 4 de agosto de 2015.
El artículo señala que, en contra de lo que constantemente se dice en los medios de información (la mayoría controlados o altamente influenciados por la banca), el sistema bancario no es equivalente al sistema circulatorio en el cuerpo económico, sino que es más bien un cáncer que va cuestionando la viabilidad de la economía. Este problema se acentúa en España, donde el sector público de este sistema bancario es muy reducido, siendo uno de los más pequeños de los países de la OCDE, el club de países más ricos del mundo.

A usted, lector, le habrán informado de que el sistema bancario juega un papel importantísimo en la economía, fundamental para su supervivencia. Y le dirán frecuentemente que es como el sistema circulatorio en el cuerpo humano. Sin él, el cuerpo no vive, y muere. Y de esta lectura se concluye que hay que cuidarlo y darle todo tipo de ayudas para que permanezca sano, asegurando así que el cuerpo se mantiene vivo, pues sin él todos estaríamos muertos. Tenemos que cuidarlo bien. Y le aseguro que lo hemos tratado súper bien. Le hemos dado más de 108.000 millones de euros públicos (de sus impuestos y los míos) para que no colapsara (según el Tribunal de Cuentas, esta fue la cifra de dinero público comprometida por España en ayudas a la banca privada entre 2009 y 2012). Y el Banco Central Europeo, el BCE, una institución pública, le ha prestado millones y millones de euros, a unos intereses ridículamente bajos, para asegurarse que la banca no cae enferma y se nos muera, porque ello sería fatal para todos nosotros. Los directores de orquesta de todo este tipo de argumentación favorable al sistema financiero son el Sr. Mario Draghi, presidente del BCE, el Sr. Luis María Linde, gobernador del Banco de España, y el Sr. Luis de Guindos, Ministro de Economía español, todos ellos banqueros o próximos a la banca, y todos ellos están subrayando que el mayor problema que tiene España no es la falta de crédito para las familias y para las pequeñas y medianas empresas, sino los salarios, demasiado altos según ellos.
Sepa usted que todo el argumentario a favor de la banca que le he resumido en los párrafos anteriores son mentiras tan grandes como catedrales, reproducidas por los mayores medios de información y persuasión (controlados, la mayoría, por la banca).
Por qué la banca es un problema
Comencemos mirando la evolución de la banca (eje del capital financiero). Y el primer dato que aparece es su enorme crecimiento en la mayoría de los países a los dos lados del Atlántico Norte a partir de los años ochenta. Veamos qué ha ido pasando en EEUU, analizando su tamaño. Y una manera de medir su tamaño es mirar los beneficios que tiene este sector bancario y el porcentaje que estos beneficios representan sobre el total de beneficios del mundo empresarial. Pues bien, en el año 1980, los beneficios de la banca representaban el 15% de todos los beneficios de las grandes corporaciones en EEUU. En el año 2006 representaban nada menos que el 40% (“From Boring Banking to Roaring Banking”, Dollars & Sense, julio/agosto 2015). Es un crecimiento auténticamente impresionante. No tengo cifras para España, pero es probable que el crecimiento haya sido incluso mayor como resultado del excesivo tamaño del sector bancario español, proporcionalmente mayor que el de EEUU.
Otra característica del sector bancario ha sido su concentración. Los diez bancos más importantes de EEUU tenían el 20% de todos los depósitos antes de 1980. En 2007, este porcentaje había subido a un 50%. Una situación semejante ha ocurrido en la mayoría de países a los lados del Atlántico Norte. El excesivo crecimiento del sector bancario y su concentración han sido las características más notables de lo que se llama el sector financiero, del cual el bancario es el elemento central.
La pregunta que debemos hacernos es por qué esto ha ocurrido y si ello es bueno o malo para la salud de la economía y de la sociedad. Y para responder a esta pregunta debemos comprender qué es lo que un banco hace o solía hacer. Durante muchos años, los bancos estaban bastante descentralizados y casi cada comunidad tenía su propio banco. Era lo que, según el profesor Gerald Epstein, se ha llamado la “época aburrida” del sistema bancario (citado en el artículo mencionado anteriormente). Los ciudadanos y sus familias depositaban sus ahorros en el banco, y los banqueros hacían préstamos a unos intereses más elevados que los que les pagaban a los ahorradores que depositaban su dinero en los bancos. Pagaban a estos últimos unos intereses del 3%, y exigían a los que les prestaban – por regla general, pequeñas y medianas empresas – un 6%. Y cuando el banco cerraba por la tarde, el banquero se iba a jugar al golf, a las 3 de la tarde, con los figuras del establishment de la comunidad: el médico, el dueño de la empresa textil, el abogado, el cura de la comunidad (en Europa) o el pastor protestante (en EEUU), así como otros miembros de la estructura de poder. Era lo que se llamaba el régimen 3:6:3.
Los comportamientos bancarios como causa de la crisis
El problema comenzó cuando los salarios comenzaron a descender como resultado de las políticas neoliberales iniciadas por el Sr. Reagan y la Sra. Thatcher, en la década de los ochenta. Esta bajada de los salarios forzó a que las familias no solo consumieran menos, sino que, a fin de mantener su nivel de vida, tuvieran que pedir prestado dinero a la banca. Y continuaron pidiendo más y más dinero a medida que los salarios iban bajando y el número de puestos de trabajo bien remunerados también iba bajando y bajando. Ahí está la razón del enorme endeudamiento y el origen del descenso de la demanda, con el consiguiente enlentecimiento del crecimiento económico. Este endeudamiento conllevó el crecimiento tan notable del sector financiero, y el paulatino descenso de la demanda.
Pero este descenso de la demanda también creó un problema al sistema financiero, pues el descenso de la actividad económica redujo la rentabilidad de las inversiones bancarias, de manera que la banca, en lugar de invertir en actividades productivas, es decir, en la producción de bienes y servicios que la ciudadanía consumía, comenzó a invertir en actividades especulativas, en las que obtenía mayor rentabilidad. La relación entre banca e inversión productiva se redujo considerablemente. En EEUU, por ejemplo, históricamente alrededor del 20% de la inversión que hacían las empresas procedía predominantemente de la banca. Este porcentaje descendió a partir de los años ochenta, reduciéndose más de la mitad. Y ello fue consecuencia de que la banca, como ya he comentado, en su búsqueda de mayor rentabilidad, invirtió en actividades especulativas (la última la inmobiliaria), que proporcionaban enormes beneficios, lo que contribuyó al gran crecimiento del sector bancario. Estas inversiones, sin embargo, ponían al ahorrador en peligro, pues las actividades especulativas conllevan siempre un riesgo: el estallido de las burbujas resultado de la actividad especulativa.
En la Eurozona se añadió otro factor que contribuyó al crecimiento del sector bancario: la creación del euro, y la bajada de intereses en los países periféricos, que pudieron acceder al crédito de una manera muy marcada. Ello ayudó en la aparición de grandes burbujas que causaron la sensación de un gran crecimiento económico en los años noventa y durante la primera década del s. XXI, basado en una especulación inmobiliaria en la que la banca, tanto extranjera (alemana y francesa) como nacional, estaba metida hasta el tuétano. La absorción de tanto dinero por parte de la banca, con fines especulativos, fue la causa de la enorme recesión que siguió a la explosión de la burbuja inmobiliaria.
¿Cómo es que este sistema bancario continúa y se reproduce?
El punto clave para responder a esta pregunta es entender la complicidad entre la banca y el poder político. Lejos de ser el sistema bancario la sangre que permite la supervivencia del cuerpo económico, dicho sistema es el cáncer que consume ese cuerpo. Absorbe una enorme cantidad de recursos y pone los ahorros en peligro, a fin de aumentar beneficios (los de los accionistas y los de los banqueros). Y ello es facilitado por la complicidad existente entre la banca, por un lado, y las instituciones políticas por el otro, las cuales han favorecido la desregulación de la banca, permitiendo estas prácticas especulativas. Y lo que es incluso peor es que cuando la banca está en peligro de colapsar, debido a sus actividades especulativas, el Estado (que quiere decir usted y yo) paga las pérdidas y le da dinero para que se salve y sobreviva, tal como he mencionado anteriormente. Y todo ello sin resolver el problema del déficit de acceso al crédito.
En una conferencia que di al círculo de empresarios de las Islas Baleares (pequeños y medianos empresarios), les expliqué las causas reales de la enorme dificultad para conseguir crédito, y me alegró que, además de recibir un aplauso muy marcado de la audiencia, hablaran de formar una asociación de “empresarios indignados”. No hay ninguna duda de que si los bancos fueran instituciones instituciones públicas, a las que se exigiera que cumplieran con su función social, el problema del crédito se resolvería. Esta es la razón de que la inmensa mayoría de países tenga amplios sectores bancarios públicos, siendo España uno de los que lo tiene menos desarrollado. Y ello como resultado del escandaloso maridaje entre los grandes bancos y el poder político, causa del problema. De ahí que me moleste en extremo la actitud casi servil que muchos representantes políticos tienen hacia la banca. El público debería abuchear a estos políticos, echándoles del poder pacíficamente y con

lunes, 3 de agosto de 2015

Ángeles Maestro (Red Roja): "Lo ocurrido en Grecia demuestra que otro capitalismo es imposibl

    Click en la foto para más información
    de Ángeles Maestro


    ¿Lo ocurrido en Grecia es un varapalo para los que defienden el "Sí se puede" dentro del marco capitalista?
    Es una demostración más de que otro capitalismo es imposible [1]. Dentro de la estructura de poder y las relaciones sociales capitalistas no hay espacio alguno, no ya para recuperar lo perdido y volver al Estado del Bienestar como defienden tanto Podemos, como IU y sus satélites de “Ahora en común”, sino ni siquiera para detener las interminables vueltas de tuerca hacia el abismo, como se ha demostrado en Grecia.
    El pago de la Deuda, como lo fue en América Latina, África y Asia, es el mecanismo de extorsión por excelencia para imponer a los gobiernos las políticas que necesitan las clases dominantes; máxime en una situación de profunda crisis general del capitalismo sin salida previsible.
    Sin asumir la anulación unilateral del pago de la Deuda y la consecuente salida del Euro y de la UE, no hay otra opción que el espectáculo lamentable de Syriza: doblar la rodilla ante las imposiciones ilimitadas de la troika y llevar al país a la debacle segura.
    Red Roja lo viene planteando desde hace dos años: el pago de la Deuda es el final de cualquier soberanía y de los derechos sociales y laborales[2]. No es que tuviéramos una bola de cristal que nos permitiera saber lo que finalmente ha ocurrido en Grecia, simplemente hicimos análisis rigurosos sin las anteojeras del oportunismo electoralista.

    ¿Por qué fracasa el "buenísmo" reformista de Syriza?

    En primer lugar, como he dicho, porque plantea políticas imposibles. El reformismo es un delirio de ilusos que mucha gente acepta - contra toda evidencia – porque es más cómodo y menos peligroso conseguir lo que se necesita introduciendo un voto en una urna y sin tocar los intereses de las clases dominantes....si ello fuera posible.
    Que gentes más o menos ignorantes lo crean no es raro. La estafa viene de quienes enarbolan opciones irrealizables a sabiendas que lo son. El criterio mínimo imprescindible de legitimidad debiera ser decir la verdad al pueblo. Y tanto IU, como Podemos, como cualesquiera de las nuevas coaliciones lo saben y callan.
    En segundo lugar, Tsipras en nombre de Syriza ha llevado a la práctica por enésima vez la función de la socialdemocracia en la historia. En momentos cruciales, de gran debilidad de las clases dominantes, traiciona al pueblo trabajador - cuyos intereses debía representar - para asegurar el poder de la burguesía. Los ejemplos son innumerables; desde la votación de los presupuestos de guerra en Alemania en 1914 hasta su participación directa en el asesinato de Rosa Luxemburg y de Karl Liebnecht en 1918, al papel de Kerenski desde marzo a octubre de 1917 o al del PSOE y el PCE en la Transición.
    Lo que Tsipras ha hecho es lo que yo he visto en la dirección de IU una vez tras otra. Mientras no hay presiones, se mantiene la coherencia; pero cuando el poder ejerce su capacidad de chantaje y de amenaza – cuando de verdad hay que demostrar dónde se está, se traga con lo que haga falta. A velocidades de vértigo se impone lo “políticamente correcto”, es decir, lo que las clases dominantes exigen.
    Y no es sólo IU, obviamente[3].
    El asunto es que el dilema “reforma o revolución”, que pudiera ser sólo un debate más o menos interesante en otras épocas, hoy es acuciante. Y el problema de fondo, que hoy como en otros periodos históricos de crisis delimita campos irreconciliables, es si se  “vende” (nunca mejor dicho) ante el pueblo la idea de que la democracia burguesa permite opciones políticas que cuestionen el derecho a la propiedad privada de los medios de producción, o se prepara al pueblo para enfrentar ese poder.
    Y quien no hable de eso, como ha hecho la Syriza de Tsipras, o como hace Podemos o IU, lo que prepara es la escenificación de la próxima traición.

    ¿Lo ocurrido confirma lo que venían sosteniendo los comunistas griegos del KKE?

    En lo fundamental, si.
    Ante el gran revulsivo que fue la convocatoria del Referéndum – y los ataques de la UE al gobierno de Syriza por haber llamado al pueblo a opinar – era difícil entender que el KKE llamara al voto nulo. Pocos se detuvieron a analizar el contenido concreto de la pregunta que en ningún momento cuestionaba la pertenencia de Grecia a la Eurozona y a la UE. Mientras el pueblo construía su gran NO, Tsipras sacaba el conejo de la chistera y decía que lo incuestionable era la permanencia de Grecia en el Euro y en la UE, a costa de lo que fuera.
    Las lágrimas de cocodrilo ante la brutal imposición de la troika no sirven. ¿Acaso no sabían los Syrizas de allí y de aquí frente a quién estaban? ¿Creían que era un pulso entre demócratas y no una extorsión de criminales? Es inaceptable alegar ignorancia, después de todas las enseñanzas de la historia, cuando lo que se trata es de  justificar una descomunal cobardía y un crimen contra el pueblo.
    Es evidente que el KKE tenía razón. Muchos analistas, James Petras entre ellos, lo han reconocido. No sería de recibo que en momentos tan críticos como los actuales, prevaleciera – al menos entre las gentes de buena fe - un anti-comunismo primario ante la evidente necesidad de unir fuerzas de izquierda frente a un órdago como el que enfrenta la clase obrera y el pueblo griego.
    Lo que ocurre en Grecia es un gran laboratorio, tanto para el capital, como para el resto de los pueblos de Europa. Syriza es un experimento amortizado. Tras él se está erigiendo la gran confrontación que delimitará los campos en el futuro y que no ofrecerá muchas opciones.
    Una de las más importantes para la clase obrera y para todos los pueblos del sur de Europa es confluir, coordinar políticas y presentar alternativas políticas, económicas y sociales convergentes capaces de enfrentar al enemigo común.

    ¿Qué otra salida tenía el pueblo griego tras el referéndum?

    La única posibilidad de evitar lo que ha ocurrido era haber depuesto a Syriza con  la lucha obrera y popular. Obviamente, aún no estaban las condiciones dadas.
    El único camino serio que se abre es el de la resistencia frente a todas y cada una de las medidas que la alianza de Syriza con los partidos de la burguesía pretenda imponer al pueblo trabajador griego y que acentuarán el empobrecimiento masivo en el que ya vive. Es preciso fortalecer el poder de la clase obrera y construir una alternativa a Syriza desde la izquierda que inevitablemente tendrá como pilar al Partido Comunista y como programa suspender el pago de la Deuda, nacionalizar la banca y las grandes empresas monopolistas y salir del Euro y la UE.
    Esa única opción de futuro desde la izquierda debe construirse también en el resto de los países de la UE, pero sobre todo en los del sur. Como lo están señalando muchas voces, es preciso aprovechar las contradicciones internas en el seno de la UE y entre Alemania y EE.UU., pero sobre todo marcar un rumbo claro y firme.
    Red Roja lo ha planteado hace tiempo: romper con la extorsión de la Deuda tiene carácter de línea de demarcación. Pone de manifiesto ante el pueblo el eje político principal que sostiene en este momento todo el engranaje del poder y del que éste no puede prescindir. En ese sentido, No pagar la Deuda equivale a la exigencia de Paz, Pan y Tierra de los bolcheviques.

    Trasladando lo ocurrido a España recordemos que IU, Podemos e incluso Amaiur fueron a Atenas a apoyar a Syriza en las elecciones....

    El panorama que los nuevos gobiernos elegidos se han encontrado tras elecciones es pavoroso. Once CC.AA. están incumpliendo los objetivos de déficit y de deuda. Y la amenaza de intervención de ellas y de cientos de ayuntamientos está sobre la mesa. Por ejemplo en el País Valenciá, donde ya se habla abiertamente de Valenexit, el nuevo Consell se ha encontrado ante “una Generalitat Valenciana intervenida de facto, que antes de que llegara ya tenía todos los parámetros que debían haber conducido a la intervención de iure que Europa puede exigir en cualquier momento”[4]. Lo curioso es que, no sólo nadie habla de no pagar la Deuda, sino que en la pasada reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera lo único que cuestionaron las autonomías no gobernadas por el PP fueron las cifras concretas propuestas por Montoro de disminución del déficit y de % de reducción de la deuda, no la necesidad de reducir ambos indicadores.
    Lo que sorprende es ese espeso muro de silencio de los nuevos gobiernos de izquierdas. Si no se le está explicando al pueblo que tienen las manos atadas si aceptan los objetivos del Tratado de Estabilidad de la Zona Euro y de las leyes que aquí lo desarrollan, como la Ley 2/2012, es porque no se plantean otro horizonte que acatar ese marco normativo. En otras palabras, jugar el mismo papel de esbirro que está jugando Tsipras.

    ¿Cómo resolver la dicotomía reforma/revolución en este momento, en este país?

    El agotamiento, la inutilidad de las opciones reformistas, va a suceder pronto. Rajoy miente como un miserable, pero también engañan quienes ocultan que tras las elecciones generales – la misma troika, los mismos “hombres de negro”de Grecia van a exigir nuevas contrarreformas laborales y de las pensiones, más privatizaciones y mayores reducciones del gasto público. Y lo van a hacer, como en Grecia, con más ensañamiento si hay un gobierno de “izquierdas”, precisamente para demostrar que nos hay ninguna esperanza de soberanía y de democracia,  que sólo cabe bajar la cabeza para encajar el yugo.

    La ilusión depositada en las elecciones generales va a estallar como una pompa de jabón. Muy pronto. Por eso el trabajo oscuro de organización desde cada barrio, desde cada pueblo, las explicaciones pacientes acerca de la necesidad de prepararse para lo que se avecina y de no confiar en ilusiones sin fundamento alguno.
    Por si cupiera alguna duda de la vacuidad abismal de los discursos de los nuevos “referentes”, léase el artículo de Pablo Iglesias que lleva un título tan sugerente como “Podemos: Una nueva Transición”[5]. Si no estuvieran jugando con las vidas de tanta gente, podría hablarse de una antología del absurdo.

     ¿Cómo se encuentra de salud la izquierda no reformista?

    La confirmación de la justeza de los análisis – con el último ejemplo de lo ocurrido en Grecia con Syriza – es muy importante. Tanto como el silencio actual de quienes se daban codazos en Atenas para parecer al lado de Tsipras.
    La realidad es tozuda y se impone a las brumas de los sueños o los delirios. Por muy sugerentes que sean. Y el pueblo la ve.
    La construcción del puente entre el descrédito de las falsas ilusiones – que como en Grecia puede ser rápido y brutal – exige confluencias que partan del trabajo codo a codo con quienes más están percibiendo la necesidad de organización y de lucha: los sectores más explotados del movimiento obrero y los barrios populares.
    La izquierda revolucionaria es la única capaz de ofrecer una alternativa al callejón sin salida de los nuevos señuelos electorales. A condición de que sepa estar bien cerca del pueblo trabajador, para que su mensaje sea escuchado cuando se vea que “el rey está desnudo”.
    Ese trabajo de explicación paciente, que a algunxs impacientes desespera, es el único fecundo. Como decía Red Roja en su último Comunicado[6], “ĺa ambigüedad solo sirve a la desmoralización y a la derrota. Se está confirmando que es mucho menos útil que hablar claro y que nos hace perder un tiempo precioso. La victoria solo podrá venir de conjugar una línea revolucionaria y la máxima solidaridad internacionalista. Y hay que prepararla desde ya. ¿Acaso Ítaca no es tanto aquella isla “a lo lejos” como su propia singladura?”